lunes, 16 de septiembre de 2013

Un aniversario más de la gesta libertaria: ¿Qué celebraremos?

    -"¿Para qué tirar la piedra si no estoy libre de pecado? Con todos los mestizos también me maleducaron. Porque ya estoy grandecito para decidir mi vida, 500 años frustrados creo que ya fue gran medida."-    Café Tacvba - El fin de la infancia 

    Cuando se ordenó que escribiera este ensayo, pasarían algunas horas para que elementos de la Policía Federal retiraran, de manera ortodoxa a las funciones de los cuerpos de seguridad policial, a los contingentes magisteriales del Zócalo capitalino; una refriega que no tomaría más de 5 minutos y que derivó en violencia con grupos ajenos a los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Esta serie de eventos, afortunados creo yo, vienen a despertar a la opinión pública en dos posturas: Los solidarios y "los civilizados", estos últimos duros críticos de las movilizaciones.

    El inicio de la lucha independentista del pueblo de la Nueva España, hace 203 años, inicia en el Bajío. Movilizaciones públicas, personas con diversas ocupaciones acuden, muchas de ellas poseían un elemento en común: Todos ellos perjudicados por las Reformas Borbónicas, una serie de cambios políticos y económicos que sirvieron para incrementar la tributación fiscal española, pero a costa del bienestar en la colonia. Como podemos ver, a grades rasgos, claro, tras este hecho histórico los mexicanos nos vanagloriamos actualmente y celebramos con baile, bebidas y, en general, fiesta por el fruto de esta "gesta de los próceres".

¿Qué sucede actualmente? Profesores provenientes de estados del sureste mexicano se movilizan a la capital, sede de los poderes de la unión, y exigen la resolución a diversas arbitrariedades que aquejan a la educación pública. Por supuesto, también se pugna en contra de una Reforma Educativa que predica lo siguiente: "El desempeño del docente es el factor más relevante de los aprendizajes". Sobre esto abundaré más adelante. Con este panorama llego a lo siguiente: ¿Por qué no el grueso de la población admira estas movilizaciones? ¿Cuál es la diferencia entre 1810 y 2013?

Aquí aparece uno de los tantos vicios que el país ha padecido desde mediados del Siglo XX: La desinformación en los medios de comunicación masivos. ¿Qué es más noticia? ¿Las posturas oficiales de los magisterios de la CNTE sobre la pretensión del Gobierno Federal de medir en números la pobre calidad educativa mexicana? o ¿Las molestias que causan a los pobres "citadinos civilizados" las movilizaciones de los profesores olvidados por el Estado Mexicano? Habríamos de ver la gran cantidad de publicaciones sobre este problema para constatar que el amarillismo y la poca objetividad han sido palpables; una vez más, el linchamiento mediático recae en la gente que desaprueba, de manera legítima, las acciones de su gobierno.

Surgen las siguientes interrogantes: ¿Por qué el docente es el factor primordial de la educación nacional? ¿Qué hacemos la población en general para motivar a la niñez a inmiscuirse en el intrépido camino del aprendizaje? ¿Qué ven nuestros infantes en la televisión? ¿Qué efectos tienen esos programas y los comerciales que contienen en su comportamiento habitual? ¿De dónde provienen la mayoría de estos contenidos? Sobre noticias: ¿Qué agencias son las fuentes principales en México? ¿A qué intereses responden cadenas como Televisa y TV Azteca?

Claramente podríamos pensar que tras el cambio de esta sociedad a exigencias de mercado, hemos estado descuidado e ignorando la responsabilidad individual nuestra como educadores de las futuras generaciones; palancas de un posible desarrollo a largo plazo. Quien ostenta ahora el mando son estos medios presididos por oligarquías mexicanas; es decir, que solo responden a intereses privados-individuales y tienen estrecha colaboración con el Estado. Ahora, de igual manera, habríamos de reflexionar sobre la influencia cultural de occidente sobre nuestra sociedad, no solo somos sumisos a sus condiciones comerciales e informativas, también es innegable la "norteamericanización" de nuestras costumbres y pensamientos.

Ante esta influencia abrumadora, es natural que el pueblo mexicano no muestre la suficiente empatía para con sus compatriotas; sentirse a la vanguardia ahora implica respetar el "Statu Quo" y no protestar ni debatir por los desacuerdos que, desde inicios de la humanidad, son característica innata de las relaciones entre individuos. Entonces: ¿Podemos celebrar algo en este mes patrio? Por supuesto, el sentimiento nacionalista es derivado de los éxitos alcanzados, los lazos emocionales que nos unen y la posibilidad de un futuro promisorio. Así como los criollos necesitaron de liberarse del yugo español para alcanzar su meta (el ejercicio de puestos políticos, monopolio de los peninsulares), ahora es turno de este pueblo para echar un vistazo a su historia y desprenderse de las cadenas culturales e informativas que no le permiten pensar por sí mismo; esto bajo el precepto de "la información es poder". Los maestros han dado un paso en este aspecto y demás grupos sociales se suman a una causa legítima: El derecho de libre expresión.

En una nota del periódico "La Jornada", cuya autoría es de Manuel Pérez Rocha, menciona un refrán africano: 
"Para educar a un joven se necesita la cooperación de toda la aldea"

Parafraseando al autor de dicha columna, hay que dejar de poner en el banquillo de los acusados, de manera hipócrita, a los maestros; tenemos que preguntarnos sobre qué es lo que hacemos los mexicanos para erradicar la dependencia a la monotonía... ¿En verdad la situación del país es buena? ¿Qué vendrán con las reformas de esta administración tecnócrata? ¿Qué tiene que pasar para que el pueblo mexicano, por fin, se inmiscuya en asuntos políticos que le afectan o le hacen parte? ¿Seremos capaces de pensar por nuestra cuenta? Basta ya de interrogar.




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