Al referir al fin de la infancia, no
hago entera mención a la novela de Arthur C. Clarke, que cabe resaltar resulta
una historia sumamente interesante y elemental del género literario de la ciencia ficción, sino a un tema de la
agrupación musical mexicana, Café Tacvba,
que plantea en él la siguiente pregunta: ¿Seremos capaces de “bailar” por
nuestra cuenta? [1]
Ideada
por su autor, Joselo Rangel, no es un
tema típico de pop/rock occidentalizado o, en el mejor de los casos, mestizado con
instrumentación nativa; en cambio, sí representa con ritmo de música de banda, proveniente del sur de México,
una visión de los vencidos,
parafraseando a León Portilla. 500 años de bailar a ritmo de tendencias
europeas: “La gente dice que el baile
solo es una diversión, mientras el artista extranjero se lleva la comisión; hoy
me quitaré el miedo a sentirme en la vanguardia sin tener que ir a New York
para ver allá qué pasa”. ¿Cuestiones educativas? También son incluidas: “¿Para qué tirar la piedra si no estoy libre
de pecado?, con todos los mestizos también me maleducaron. Porque ya estoy
grandesito para decidir mi vida, 500 años frustrados creo que ya fue gran
medida”.
Podemos
dar cuenta de dos aspectos clave de la crítica poscolonial inmersas en esta
canción: La historia del colonialismo mismo – en este caso, el proceso
americano iniciado desde 1492 - y la búsqueda de un aprendizaje nuevo; es
decir, la desoccidentalización o el interés de quitar el monopolio eurocéntrico
de la historia y, en general, de la educación. Es menester dentro de esta
tendencia de estudios destacar las aportaciones de autores como Lèvi Strauss
con su “Teoría del discurso colonial”; Edward Said con la creación e
interpretación del término “Orientalismo”, el cual evidencia la proyección y el
deseo occidental de gobernar sobre las culturas del Oriente [2] (previo al artículo de
Samuel P. Huntington a finales del Siglo XX con su Choque de civilizaciones); o la escritora y novelista Chimamanda
Adichie con su crítica profunda a los prejuicios, frutos de las creencias y
supersticiones, que recaen sobre diversas naciones africanas, por mencionar a
muchos más estudiosos de la otra cara de
la historia.[3]
Retomando la idea central que circula alrededor del tema el fin de la infancia y el hecho que
implica la existencia de estereotipos o prejuicios sobre las costumbres y culturas
nativas de países periféricos (término de
Wallerstein), cabe agregar lo mucho que el género folclórico de la música
de banda es estigmatizada por diversas cuestiones en nuestro país. ¿En
verdad esta expresión musical debe estar únicamente relegada a estratos
económicos bajos o a gente considerada sin educación? ¿Tenemos que despreciar
una expresión cultural fruto de un largo bagaje histórico y regional– que
inclusive yo desconozco – por su exposición mediática en medios formales e
informales de la industria, repetitiva, musical?
Como
conclusión, no queda más que reconocerse por el camino recorrido, un camino
propio y no uno que esté marcado por el sesgo de países o autores considerados
como superiores. Quitarse la pesada “losa de subordinación” para redirigir el
camino y pensar, a nivel individual, colectivo y conforme al Estado que
representa México, hacia la reconstrucción de nuestra historia y, así, ser
auténticos poseedores de nuestro porvenir.
[1]
Café Tacvba. El fin de la infancia. Álbum:
Re. 1994. Recomiendo la siguiente representación durante el Festival de
Coachella, 2013: http://www.youtube.com/watch?v=KtjUKGgSQdQ
[2]
Robert J.C. Young. ¿Qué es la crítica
poscolonial? Consultado el 19 de febrero de 2014 en: http://robertjcyoung.com/criticaposcolonial.pdf
[3]
Chimamanda Adichie. El peligro de una
sola historia. Consultado el 19 de febrero de 2014 en: http://www.youtube.com/watch?v=4gH5oB1CMYM
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